La semana pasada escuchaba discutir a dos niños:
– ¿Que le vas a pedir este año a los Reyes Magos?
– La nueva Wii, una bici, ropa, un balón, la camiseta de Bale…
Casi de forma simultanea otro niño que estaba cerca se reía y les decía con tono altivo:
– ¿Cómo te van a traer tantas cosas? ¿No ves que los reyes son los padres?
Nuestro inocente niño, aún en edad de creer en la magia, cambió el gesto y se enzarzó a discutir como si la vida le fuera en ello.
Supongo que es normal. Más allá del desarrollo cognitivo de un niño de su edad, estoy seguro de que de algún modo comprendía las consecuencias de este descubrimiento.
Sería muy probable que sus padres le trajeran menos regalos, se tomaran menos molestias en la sorpresa o simplemente comenzaran a tratarle de manera mas adulta en algunos aspectos.
Debe de ser estresante.
Debo confesar que los argumentos que estaba dando eran de peso, de cierta lógica para un niño de su edad, se notaba que se resistía a creer que sus padres eran unos «farsantes» pese a haber visto suficientes indicios de la verdad. Prefería seguir viendo las cosas como habían sido hasta entonces.
Imaginad por un momento que ese niño hubiese crecido en una burbuja. Que hubiera sido capaz de crecer al margen de toda información relacionada con la «farsa» de los Reyes Magos hasta entrados los cuarenta. Imaginad en las consecuencias al descubrir, tras cuatro décadas, que habían sido sus padres y no unos señores de Oriente los que cada Navidad le traían los regalos.
Por suerte, o por desgracia, hoy día eso es imposible y todos, tarde o temprano, acabamos sucumbiendo a la realidad.
Pero… ¿y si eso no sucediera?
Montamos en el metro en una dirección y nos equivocamos, tomando una dirección errónea y, lo que es peor, no somos capaces de darnos cuenta de ello.
¿Y si en decisiones importantes en la vida nos obcecásemos a no ver la realidad? ¿Donde iríamos a parar con unos planos de metro erróneos o con una venda en los ojos? ¿Nos gustaría realmente el destino una vez en él?
A veces creo que más que un «pepito grillo» lo que tenemos es un cabroncete que nos oculta cierta información.
Supongo que ante la estresante idea de saber que los Reyes son los padres decidimos ignorar cierta información, para seguir descansando en esa mullida y ligera mentira.
Exploramos nuestro entorno en busca de indicios y son la atención y la memoria las que, unidas contra la sensación de amenaza, ignoran cierta información. Se deforma nuestra percepción, saboreando las partes que mas interesan para hacer mas llevadera y complaciente la «realidad». Hasta que no queda mas remedio que volver a adaptarse ante la cruel evidencia.
Ocultamos la verdad, incluso a nosotros mismos, para parecer mas creíbles ante los demás.
Al final va a resultar que ese cabroncete es bastante listo…
El rango de lo que pensamos y hacemos está limitado por aquello que no advertimos. Y debido precisamente a que no advertimos aquello que no advertimos, hay muy poco que podamos hacer para cambiar esto, a menos que advirtamos el modo en que nuestro fracaso en advertir determina nuestras acciones y nuestros pensamientos.
una vez mas… sublime, sin duda me quedo con esto último. Ocultamos la verdad, incluso a nosotros mismos, para parecer mas creíbles ante los demás.
Vas a tener razón con esto de que nuestro pepito grillo es un cabroncete o unos cabroncetes pero la cosa es que a la hora de la verdad son aquellos que nos marcan en muchos momentos el rumbo…
En relación a lo que cuentas de los niños y su forma de ver las cosas… me viene a la cabeza esto… creo que te sonará bastante:
«Dicen que lo más importante de esta sociedad son los niños, me encantan porque son capaces de sorprenderse por todo, confían plenamente en sus mayores y regalan amor sin complicaciones, libre de prejuicios y sin esperar nada a cambio.
I’m really enjoying the design and layout of your website. It’s a very easy on the eyes which makes it much more pleasant for me to come here and visit more often. Did you hire out a designer to create your theme? Excellent work! egeedeaagdcb