Sin categoría

Mi nuevo compañero de piso

Tengo la suerte de haber coincidido siempre con muy buenos compañer@s de piso. De todos he aprendido siempre algo valioso. Ahora, tras la marcha de uno muy especial, tengo otro nuevo.

Es un tipo curioso. Salmantino también, con bastante experiencia en Madrid.

Ingeniero en una empresa que se dedica a climatizar locales para clientes de todo tipo, importantes y menos importantes. No parece el trabajo de su vida, pero lo tiene bastante controlado, o al menos esa es la sensación que me ha dado escuchando.

El cliente (Starbucks, McDonalds, C&A…) tiene un local que climatizar y pide a la empresa que le presente un proyecto con todo lujo de detalles: normativa, alternativas para cubrir objetivos, inconvenientes, tipos de materiales, consumo, presupuesto…

Cada departamento de la empresa se encarga de una parte, como es lógico, para después reunirse y armar entre todos el proyecto. Siempre surgen pequeñas disfuncionalidades o malos entendidos: «¿Quién coño ha tenido la idea de poner aquí este extractor?». «¿No habíamos dicho que las tomas las pondríamos orientadas al contrario?»

Lo típico. Mi nuevo compañero dice que tiene una especie de registro con todo lo que le piden para ahorrarse problemas.

No deja de resultar llamativo que haya hostias (si, con hache) entre la dirección, la producción, los curritos y este o aquel departamento. Cada cual tiene su visión y cada uno lo haría de una manera diferente, aún teniendo en cuenta que todos van en el mismo barco.

Al fin y al cabo el cliente no quiere preocupaciones, clarifica sus exigencias y de ahí que necesite un proyecto que le de forma, un contrato que sirva un poco de descargo de responsabilidades si las cosas no salen como se presuponía.

Seguir leyendo…

Los Reyes son los padres

La semana pasada escuchaba discutir a dos niños:

– ¿Que le vas a pedir este año a los Reyes Magos?

– La nueva Wii, una bici, ropa, un balón, la camiseta de Bale…

Casi de forma simultanea otro niño que estaba cerca se reía y les decía con tono altivo:

– ¿Cómo te van a traer tantas cosas? ¿No ves que los reyes son los padres?

Nuestro inocente niño, aún en edad de creer en la magia, cambió el gesto y se enzarzó a discutir como si la vida le fuera en ello.

Supongo que es normal. Más allá del desarrollo cognitivo de un niño de su edad, estoy seguro de que de algún modo comprendía las consecuencias de este descubrimiento.

Sería muy probable que sus padres le trajeran menos regalos, se tomaran menos molestias en la sorpresa o simplemente comenzaran a tratarle de manera mas adulta en algunos aspectos.

Debe de ser estresante.

 

Debo confesar que los argumentos que estaba dando eran de peso, de cierta lógica para un niño de su edad, se notaba que se resistía a creer que sus padres eran unos «farsantes» pese a haber visto suficientes indicios de la verdad. Prefería seguir viendo las cosas como habían sido hasta entonces.

Imaginad por un momento que ese niño hubiese crecido en una burbuja. Que hubiera sido capaz de crecer al margen de toda información relacionada con la «farsa» de los Reyes Magos hasta entrados los cuarenta. Imaginad en las consecuencias al descubrir, tras cuatro décadas, que habían sido sus padres y no unos señores de Oriente los que cada Navidad le traían los regalos.

 

Por suerte, o por desgracia, hoy día eso es imposible y todos, tarde o temprano, acabamos sucumbiendo a la realidad.

 

Pero… ¿y si eso no sucediera?

Seguir leyendo…