noviembre 27, 2016

Los crímenes del metro

Una de tantas noches de conducción – me encanta conducir de noche – charlaba con un amigo sobre lo que nos había pasado desde la última vez que nos habíamos visto. Es una persona muy coherente y centrada, con quien da gusto hablar de cualquier tema incluso aunque pienses de manera muy diferente a la suya. Es alguien muy enriquecedor, que siempre da pie a la reflexión. Además es tremendamente creativo y en ocasiones muy muy distraído…

Me contó, con una mezcla de gracia, vergüenza e ilusión, que había «recuperado la fe en el ser humano». Hace poco había sido capaz de perder su cartera dos veces en un mismo día, habiéndola recuperado en ambas ocasiones. Una de ellas en el autobús, dándose cuenta al instante, y la otra en el metro, advirtiendolo una parada después y teniendo imposible mirar en el andén donde la había perdido.

Al acercarse a la salida estaban los típicos controladores que verifican que has pagado el billete y no te has colado:

– No se lo va a creer, pero es que acabo de perder la cartera…

– ¡No, no, a ti lo que te ha pasado es que te han robado!

– Creo que solo la he perdido, pero de todas formas no le puedo demostrar que he pagado el billete.

– ¡Que no, que aquí hay mucho ladrón suelto!. Corre a poner la denuncia… y da gracias que no te pongo una multa.

Tas un buen rato, mi particular amigo fue a objetos perdidos y allí estaba su cartera. Alguien la había devuelto con las tarjetas y todo el dinero. Intacta.

Sin duda alguna yo habría vuelto donde los controladores a contárselo, algo que no hizo mi amigo. Aquellos controladores seguirían en sus trece, viviendo su amarga realidad.

foto_0520110812120551

Seguir leyendo…